lunes, 24 de agosto de 2009

El Trabajo del Aprendiz

El grado de aprendiz es el primero en la escala de la masonería azul y simbólicamente corresponde a la infancia o primera juventud del hombre, así como el grado de compañero se asocia con la madurez y el de maestro con la senectud. Esta es la etapa en la cual todo me es nuevo, encuentro un mundo nuevo e inmenso por conquistar.
El infante, como el aprendiz masón debemos empezar a utilizar los recursos que la naturaleza o que el medio pone a nuestra disposición con el objeto natural de madurar y evolucionar constante y sanamente.
En este periodo del camino aparecieron mis primeros desafíos, aprendiendo día a día una infinidad de cosas nuevas que fueron cimentando mi crecimiento y esculpiendo a un infante que hasta el momento era vulnerable al medio y gracias a la parte intelectual y a la facultad de discernir escogí el camino que hasta el momento he seguido.
Dentro de este periodo de asimilación permanente de conocimiento, yo como aprendiz masón estoy conociendo el empleo de los símbolos que derivados de una vieja tradición académica dentro de la orden, me permiten conducirme hacia una formación intelectual, material y espiritual, hacia una permanente evolución en el universo del conocimiento. Ya que me queda muy claro que la sabiduría sin conocimiento es ineficaz y conocimiento sin sabiduría es perjudicial para uno mismo y para los demás.
Una reflexión sobre el significado simbólico de la Piedra Bruta, sugiere una estrecha relación con un sistema moral que la Masonería nos enseña en torno a la perfección del hombre, en la búsqueda del desarrollo espiritual y hacia las conductas sociales basadas en valores, el respeto, la fraternidad, la humildad, la tolerancia y los derechos del individuo.
Como aprendiz masón busco y escojo simbólicamente las piedras que deben ser preparadas para la construcción del templo (mi Yo) y debo empezar a moldearlas y darles forma a golpe de cincel. Ello deberá ser continuo y pausado, con inteligencia y disciplina, con paciencia y dedicación, con una precisa fuerza que, golpe a golpe de cincel, moldee gradualmente las partículas de la piedra hasta desbastarla.
Sin duda alguna el motivo central de la existencia humana es recuperar la perfección que la mente Universal nos dio al nacer; esculpiendo mi Yo interno lograré el fortalecimiento de mi espíritu, aprendiendo así a disciplinar de manera constructiva todas mis facultades teniendo como fin alcanzar el conocimiento de uno mismo y de las circunstancias que me rodean.
El logro de la perfección, simbolizada en el pulimento de la piedra, consiste en desprenderme de mis errores, prejuicios, odios, vicios y placeres existentes en la vida interna. Asimismo el elemental compromiso como aprendiz masón es mejorar cada día, en todos los aspectos de su existencia, modelando el carácter y el desarrollo de la personalidad, de acuerdo a valores, como el constante progreso, la pasión por la sabiduría, el conocimiento y el rechazo de la ignorancia; la búsqueda de lo bello como alternativa, así como el amor a sí mismo y a los semejantes.
Sin embargo, para acceder a un conocimiento espiritual o superior, deberé asimilar y experimentar en mi conciencia, el sentido de la enseñanza simbólica del pulimento de la piedra bruta, sólo de esta forma llegaré a aflorar en mi conciencia de aprendiz masón, los valores de fraternidad, de caridad y de tolerancia, los cuales me harán más digno de ser un verdadero masón.
Hoy por hoy me encuentro en una lucha constante de enderezar todos mis malos hábitos que fui retorciendo a lo largo de mi vida profana, ayudándome de la práctica de yoga, la meditación, el estudio profesional y el estudio filosófico que me brinda mi querida madre logia, a través de algunos textos y de ustedes queridos hermanos.
Es así cómo el trabajo masónico consiste simbólicamente en perfeccionar mi existencia humana, a través de un permanente y sucesivo proceso de transformación. La "piedra bruta" constituye el símbolo del Aprendiz, la "piedra cúbica" simboliza al Compañero y la "piedra cúbica en punta" al Maestro, las cuales en su conjunto, simbolizan el motivo central de la superación permanente y constante en la búsqueda del pensamiento independiente y de la perfección.

viernes, 21 de agosto de 2009

El Mandil del Aprendiz

La palabra mandil viene de la voz Latina “MANTILE”, que en términos profanos, se refiere a un trozo de tela impermeable que se sujeta al cuerpo a la altura de la cintura por medio de una cuerda o cinta, afecta diferentes formas y tamaños y sirve para proteger las ropas del individuo que lo usa durante los trabajos rudos. Ahora bien, por lo que respecta a las enseñanzas e interpretaciones simbólicas en Masonería, el MANDIL tiene su origen desde las más antiguas costumbres Hebreas y Egipcias, en donde en principio se adoptó, para ser usado durante los trabajos de edificación de monumentos, templos y demás construcciones de arte en materia de arquitectura.
Teniéndose la seguridad de que el MANDIL se implantó para el uso de los neófitos, durante las ceremonias de admisión en los Templos Iniciáticos que se conocen como las costumbres más remotas de aquellos tiempos. Dentro de cuya interpretación se le atribuían la de Perseverancia, Constancia y Firmeza en las acciones humanas como cualidades indispensables en los iniciados.
En la actualidad el símbolo de esa misma prenda, ó sea el MANDIL, se coloca atado a la cintura por medio de una cinta azul que rodea el cuerpo del iniciado, el color de fondo es blanco, que representa el trabajo, el dinamismo, la actividad y en general de todo aquello que indique laboriosidad, el adelanto y el progreso humano, por esa razón se le considera también como alegórico del día, es decir, de las horas que tarda el Sol para recorrer el espacio, en su carrera de Oriente a Occidente.
Contiene un ribete de color azul sobre el contorno del MANDIL, por ser dicho color alegórico del Infinito y de la Confraternidad Universal; también la cinta que lo sujeta por la parte superior debe de ser del mismo color azul, puesto que el círculo que forma alrededor de la cintura del iniciado, es precisamente alegórico del área universal, dentro de cuyo límite sólo puede el hombre ejercer su poder intelectual, en relación con todas las obras de la naturaleza, y en cuanto a las figuras que se observan al centro del cuadrado y del triangulo de la solapa, sobre el primero sólo se acepta a la letra “B” bordada en oro, misma que simboliza a la fuerza de voluntad del iniciado para demostrar que sabe hacer frente a los obstáculos y problemas que para su resolución se le presentan durante su vida, y está bordada en oro, por considerársele a dicho metal, como emblemático del valor que como obra meritoria, ejecuta el hombre a favor de sus semejantes, y en segundo lugar, al centro del triangulo de la solapa del MANDIL, del aprendiz Masón se ve el escudo del primer grado, o sean el martillo y la regla en forma de aspa, instrumentos que simbolizan a la perfección del trabajo que ejecuta el iniciado al labrar la piedra bruta.
Con esto se resume que el uso del Mandil del Aprendiz Masón, es meramente simbólico en materia de moral filosófica y en relación al espiritualismo, indicando claramente cuál es el trabajo moral, material e intelectual que los aprendices deben principiar a ejecutar durante su misión en la lucha por dominar sus pasiones y sus malos hábitos.
Mi punto de vista respecto al tema es que el MANDIL, es la vestimenta masónica por excelencia, es uno de los primeros objetos que el Venerable Maestro entrega al iniciado, porque simboliza el trabajo, primer deber del hombre y fuente de todos los bienes, que nos da el derecho de estar aquí reunidos y sin el nunca estaremos en logia. Puedo dilucidar que al ponernos el mandil simbólicamente estamos recordando la naturaleza y la finalidad misma del hombre tal como ahora lo conocemos: espíritu revestido con un cuerpo que trabaja para plasmar su esfuerzo, dedicación y capacidades, que a través de ese trabajo, puede conocerse así mismo. Así que me atrevo a decir que el mandil es al masón como el cuerpo físico es al hombre. Puedo decir que el mandil tiene tres partes:
Una triangular, una cuadrada y unas cintas que lo rodean y sostienen; como el propio cuerpo humano tiene cabeza, tronco y extremidades. El MANDIL lo asocio igualmente con liberación y autocontrol permitiéndonos vencer las pasiones y los vicios que nos tiranizan, estableciendo un esfuerzo, constancia y progreso en nosotros mismos.
El MANDIL me deja claro que la fraternidad y la unión constituyen la base de la trama con la que el Gran Arquitecto del Universo ha realizado su obra: todos los masones llevamos mandil (todos los masones hacemos de nuestra vida un trabajo tras la iniciación) y sin mandil, sin trabajo, no hay un masón auténtico.
Asimismo es de gran importancia el uso del MANDIL ya que con el protegemos la parte genital que es valiosa para la generación. Nunca hubiera pensado que esta humilde prenda, que yo he portado a veces tan despreocupadamente, encerrara el simbolismo de la razón de ser de la propia existencia del hombre y por supuesto del trabajo masónico. Estando muy lejos de haber agotado el simbolismo del mandil, compruebo fascinado que cualquier símbolo encierra en sí TODO UN SIMBOLISMO, y que si pudiéramos comprender uno cualquiera de ellos, nos habríamos comprendido a nosotros mismos. Al Hombre y al Universo.

miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Cuál fue la apariencia del Templo de Salomón?

La construcción del Templo comenzó durante el cuarto año del gobierno de Salomón. Se tardó en construirlo aproximadamente 7 años, lo que implica ue debió de terminarse en el año 961 a.C. El Templo propiamente dicho debió ser un edificio largo y bastante estrecho, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud de aproximadamente 30 metros, 9 metros de ancho y una altura de casi 3 metros.
En la fachada oriental se construyó una escalera, junto a la puerta de la entrada. A ambos lados de ésta se erigieron dos columnas, llamadas Jaquin y Boaz, la primera a mano derecha de la entrada y la segunda a su izquierda.
Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada de oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Trás de esa puerta se encontraba el vestíbulo de entrada, el "Ulam". Después de este vestíbulo, se encontraba la estancia principal, el "Hekal" o Santo, iluminado a través de unas ventanas altas. Estas ventanas eran más grandes hacia dentro que hacia fuera, simbolizando que la Luz vino del interior hacia el exterior. El "Hekal" medía 13'5 metros de alto, 9 metros de ancho y 18 de largo, en una proporción de 3:2:4. La anchura y longitud guardaban una proporción de 1:2, lo que significa que la planta del "Hekal" estaba compuesta de un "doble cuadrado", una proporción que puede encontrarse en muchas "estancias sagradas". El forjado de piedra se cubrió con un solado de madera de cedro en el que, según algunas fuentes, se grabó el "Sello de Salomón". Las paredes del "Hekal" se cubrieron con lamas de cedro, traidas de las montañas del Líbano; las vigas del forjado también se hicieron del mismo material.
El Templo propiamente dicho según la reconstrucció n de Juan Bautista Villalpando (1595) La tercera cámara, el "Debir" o Santo de los Santos (Sancta Sanctorum), se encontraba en la parte trasera, a un nivel más alto que el "Hekal", y sólo podría accederse a él subiendo por una escalera. El "Debir" tenía la forma de un cubo de 9 x 9 x 9 metros, y en su centro se puso el Arca de la Alianza. Éste era un arcón grande, hecho de madera de acacia, cubierta con planchas de oro y con cuatro anillas a las esquinas en las que se ponían varas para transportarla. Dentro del Arca se guardaron las Tablas de la Ley, entregados por el mismo Dios a Moisés. En estas Tablas se grabaron los Diez Mandamientos, sirviendo de conexión entre Yahvé e Israel.
Durante los tiempos del Éxodo del pueblo judío el Arca estaba oculta en el Tabernáculo, que fue finalmente traído a Jerusalén por el rey David. Ya se había acreditado el poder mágico del Arca cuando se derrumbaron las murallas de Jericó al pasar los judíos ante ellas con el Arca. Las dos columnas Jaquin y Boaz se erigieron frente a la entrada del Templo y se fundieron en bronce en una sola pieza. Tenían una altura de más de 12 metros, con unos capiteles esféricos de aproximadamente 2 metros de diámetro. Las columnas sólo tenían una función simbólica y no sujetaban ninguna viga ni ningún elemento estructural. Los investigadores relacionan estas columnas con los obeliscos encontrados a la entrada de los templos egipcios. El arquitecto romano Vitruvio contaba que estos obeliscos se usaban como un reloj, midiendo su sombra como hacemos nosotros con los los relojes de sol. Sin embargo, las esferas ornamentales de encima de las dos columnas del Templo de Salomón habrían hecho muy inexacta esta función de reloj.
Jakin y Boaz, las columnas del Templo, y el Mar de Bronce, según Juan de Caramuel (1678) Cerca del Templo se situó un altar para los holocaustos (sacrificio de animales en la hoguera) y un gran cuenco de bronce, el "Mar de Bronce" o "Mar Cobrizo". Éste era un gran cuenco semiesférico de 4'5 metros de diámetro, apoyado en las partes traseras de 12 toros, también fundidos en bronce, tres en cada dirección de los puntos cardinales. El cuenco debió pesar en vacío más de 25.000 Kg. El propósito de este depósito (descrito detalladamente en II Cron 4:1) no está muy claro. Quizás se usara como un espejo para observar los cuerpos celestiales. En el idioma hebreo antiguo, las palabras para cobre y bronce eran idénticas: el bronce era un metal más duro y menos proclive a la corrosión, debido a la aleación de una cierta cantidad de estaño. Algunos autores creen que el "Mar" debió hacerse de bronce y no de cobre. Todas las herramientas de metal como martillos y cinceles se hicieron de bronce hasta el siglo XII a.C., cuando comenzó la producción de herramientas de hierro. Existió una gran tradición en la producción de bronce el Oriente Medio, donde el cobre se encontraba fácilmente en las minas de Arabia, el desierto al sur del Mar Muerto del que Salomón obtenía la mayor parte de sus fuentes de ingreso.Lo problemático era más bien encontrar el estaño, un metal que entonces podía hallarse al aire libre en grandes cantidades sólo en las minas del Sur de Inglaterra. Los fenicios, dándose cuenta de este problema, navegaron con sus pequeños barcos hasta allí, atravesando el Mediterráneo y el Océano Atlántico.